El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
(2 Corintios 9:6-7)
Un hombre rico, que decía ser cristiano, oraba con su familia para que Dios cuidase de los pobres y los desdichados. Peor cuando un mendigo llamaba a su puerta, se apresuraba a responder que no le quedaba nada, que solo tenía para sus propias necesidades.
tristemente su pequeño hijo había asistido muchas veces a esas escenas en las que su padre despedía a esos menesterosos, Sin embargo, al llegar la noche oraba sin aquellos que no tenían lo necesario.
---Papa le dijo su hijo un día, ¡cómo me gustaría tener tu dinero!.
---¿Qué harías con él, hijo mío?
---Respondería tus oraciones.
¿No nos sucede, queridos cristianos, que pronunciamos hermosas oraciones si estar motivados por lo que pedimos, y sin darnos cuenta de que a veces tenemos nuestra propia responsabilidad para que sean respondidas? Por ejemplo, si decimos: "Hágase tu voluntad", ¿nos damos prisa para saber cuál es y hacerla?.
En los evangelios a menudo escuchamos a nuestro Señor denunciar a los fariseos hipócritas que, so pretexto de hermosas oraciones, solo buscaban su reputación religiosa y sus intereses personales. ¿Nos parecemos a ellos?.
Un contraste perfecto es el Señor Jesús en su vida de olvido de sí mismo, compartiendo las tristezas de los demás y mediante una total abnegación. ¡Una vida así debería caracterizara cada uno de los que dicen pertenecer a él!.
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