Después dijo Dios: produzca la tierra hierba verde, hierba que de semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla este en él, sobre la tierra y fu así.
(Génesis 1:11)
Un excelente jardinero procura mantener un jardín limpio, agradable y más que todo cuidar de aquellas plantas que una vez fueron semillas, que día tras día el jardinero fue teniendo un proceso con ellas; les echaba agua, abono y muchas cosas para que las plantas crezcan y den buenos frutos, esos frutos que una vez más se van a convertir en semillas; la cual va a ser plantada en tierra seca, tierra que tiene que ser preparada para recibir esa semilla.
En este pasaje Bíblico nos muestra que a Dios le plació ver tierra seca y que la tierra diera plantas, y árboles que dieran fruto; la tierra la pudo representar básicamente al corazón humano, un corazón el cual no está preparado para recibir aquella semilla la cual la puedo simbolizar como la Palabra de Dios. Cuando mencione que tu corazón no está preparado para el recibimiento de la semilla me refería hacía nuestra naturaleza pecadora, que no ha dejado que la Palabra de Dios obre como tiene que obrar para que nuestra tierra esté preparada para recibir esa semilla, primero tenemos que reconocer que está sucia.
Dios nos esta mostrando claramente a través de su palabra que el evangelio produce frutos abundantes en los que saben que su tierra está sucia; al admitir nuestros errores, Dios nos limpia y ahí es cuando empezamos a dar fruto, entonces ese fruto se convierte en semilla, la cual va teniendo un gran desarrollo y se va convirtiendo en una gran planta, después un gran árbol.
Necesitamos administrar bien nuestra tierra, para que podamos tener un buen jardín, tenemos que agradar a Dios y alimentarnos con su Palabra y así poder crecer para dar frutos espirituales. Todo esto es el principio de la semilla. ¿Eres semilla, árbol o ya estás dando fruto? ¿En qué fase estas?.
¡La semilla es algo poderoso en algo vacío!
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