jueves, 6 de abril de 2017

Devociones: "Padre, quiero".

(Jesús dijo:) Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo.
                                           (Juan 17:24)
(Jesús) se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mi esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
                                          (Mateo 26:39)

      "Padre....quiero", Jesús dirigió a Dios esta oración por sus discípulos, antes de dejarlos. Estas dos palabras revelan, de manera sorprendente, quién era el que hablaba.
      ---"Padre": Jesús, hombre humilde entre los hombres, se dirigió al Dios del cielo en una intimidad perfecta. Lo llamó "Padre", pues era el Hijo muy amado de Dios.
      ---"Quiero..." prosiguió. ¿Qué hombre tiene derecho a decir a Dios: "quiero"? Nadíe, ¡excepto Dios el Hijo! Jesús expresó a Dios su voluntad de tener a los suyos con él en el cielo.
      Horas más tarde, Jesús estaba de rodillas en un huerto. En medio de una profunda angustia, se dirigió una vez más a su Padre. Pero las palabras no fueron las mismas: "Padre....si es posible". Jesús, hombre obediente, estaba postrado ante su Dios. Él, el santo y puro, sintió una profunda angustia sabiendo que iba a sufrir en lugar de los suyos el juicio divino sobre el pecado. Sin embargo dijo: "si es posible....", y luego agregó no sea como yo quiero, sino como tú". El "si es posible" respondía al "quiero" que le procedía. Y, de hecho, si quería tener a los suyos junto a él en el cielo, era imposible no pasar por ese sufrimiento.
   La obra de Jesús fue cumplida. Ahora, en respuesta al "Padre.....quiero", los creyentes esperan con seguridad estar junto a él en el cielo. Dicen con agradecimiento: "En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre" (Hebreos 10:10).

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