domingo, 22 de febrero de 2015

Devociones: "Expectativas".

Cuando mi hija aún era una niña, le prometí construirle una casa de muñecas. Tenía todas las herramientas necesarias para hacerlo y algunos conocimientos que tal vez hubiera sido necesario ampliarlos un poco. La cuestión es que sólo tenía que adquirir los materiales y hallar los tiempos para ponerme a trabajar. Cuando le prometí hacerlo, estaba en condiciones de hacerlo. A esta altura de los acontecimientos, ya no recuerdo por qué, pero la verdad es que nunca cumplí. Hoy ya no es una nena, no tiene el menor sentido apurarme a construir la casita de muñecas.....el tiempo pasó inexorablemente. Sólo una vez recuerdo haber hablado del tema, pero lo cierto es que ella jamás me reclamó nada. Tal vez cuando ella tengas sus hijos pueda saldar la deuda.....o tal vez eso nunca ocurra, no lo puedo saber a ciencia cierta. También es probable que sólo soy yo el que se siente así, ya que son muy pocas las veces en que le he prometido algo y no he podido cumplir. A veces me ha tenido que esperar un tiempo importante, habida cuenta de que un año es mucho tiempo en la corta vida de un niño, pero finalmente nunca dejé de cumplir con cada cosa que me comprometí con ella.
     Hoy, en medio de la prueba, cuando el temporal arrecia y el rostro de Dios parece haberse escondido de este siervo, también pude recordar, y es eso que motivó la presente reflexión; las numerosas promesas que livianamente me hizo mi padre y sin demostrar la más mínima culpa ni pesar, jamás cumplió. No le juzgo ni guardo rencor alguno hacia su memoria, sólo que tal vez me vi identificado en esta oportunidad con esa despreocupada manera de proceder. Lo cierto es que yo tomaba muy en serio su palabra y lo daba como un hecho concreto cuando el me decía "esto un día va a ser tuyo" o "vamos a ir juntos a ...." y un extenso y larguísimo "etc." A la larga, cansado de esperar, los años pasaron, las promesas se olvidaron y las palabras se diluyeron en el olvido.
      Pero, más allá del hombre y de las circunstancias, no había reparado en la huella que esta clase de experiencias dejan en la vida de una persona, hasta que adulto y recién casado tuve que afrontar uno de los peores momentos de mi vida.
    "No existe una angustia mayor que la que una persona experimenta cuando ha edificado todo su estilo de vida sobre cierto concepto teológico y que luego éste se derrumbe".
     "Dios no me quita nada", dice mi amado hermano adoptivo Gustavo. "Me cambia cosas", agrega. Y tiene razón. El tuvo que afrontar peores necesidades que yo durante su infancia. Y en su juventud, penosas pérdidas. Hoy disfruta de una familia bellísima y de un mejor pasar.

   Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impio; al bueno, al limpio y al no limpio;al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento.   (Eclesiastés 9:2)

   Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:9).

   Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.  (1 Corintios 13:12).   

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