Al Dios que le servimos es tan real que puedo testificar de sus grandezas. No tan solo porque lo he visto glorificarse en mi vida, sino que también es la de mucha gente que me rodea. Hace algunos años uno de mis amigos más cercanos lloraba desconsolado. En ese momento parecía que nada resultaba bien en su vida. Pasaba por un proceso de enfermedad y de esos problemas y dificultades que nunca faltan. No sentía esperanzas de encontrar a la mujer de su vida para así poder ver realizado el sueño de tener su propia familia.
El ambiente parecía pronosticar la desdicha, el panorama no era alentador, no veían esperanzas de que algo cambiaría. Ella ni siquiera tenía la certeza de que cuando se casara, si encontraba a esa mujer que le complementara, podría tener hijos.
Pero después de la noche viene al día alegría del Señor. Después de la tormenta viene la calma. Luego de algunos años, en un cambio de ambiente y de mudanza por su trabajo, conoció a una mujer que la cautivó. Les puedo relatar que hoy llevan dos años de casados y unos meses. Dentro de un mes la mujer de mi amigo dará a luz un hijo varón. Todos estamos esperando su llegada ansiosamente.
Los hijos de Dios no serán avergonzados, aunque muchas veces parezca larga la espera, Dios actuará en el momento más inesperado y de manera sorprendente.
Personalmente, puedo decirles que yo también espero ver el cumplimiento del Señor en muchas áreas de mi vida. Y porque soy humano y lo he experimentado, sé lo dificil que puede ser el proceso mientras esperamos. Pero te animo a que no dañes los planes de Dios metiendo tus manos en los asuntos en que él solo puede intervenir. Deja que él obre, porque él nunca se equivoca y lo hace todo hermoso en su tiempo.
Nuestro tiempo y reloj no siempre funciona al mismo compás que el de Dios. Pero nuestras vidas están en sus manos y él conoce los deseos de nuestros corazones.
¡No te agobies ni te desanimes! Estoy seguro de que la respuesta para muchos de ustedes ya viene en camino.
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