sábado, 29 de octubre de 2016

Devociones: "La bendiciones de la obediencia".

No haréis para vuestros ídolos, ni escultura, ni os levantareis estatua, ni pondréis en vuestra tierra, piedra pintada, para inclinaros a ella; Porque yo soy Jehová, vuestros Dios.
                                         (Levítico 26:1)

     Me ponga a pensar en el tiempo que empleamos los hijos de Dios a orar pidiendo a Dios bendiciones, bendiciones y más bendiciones, cualquiera que sea la forma que la bendición tenga: salud, dinero, amor, paz, felicidad, o abundancia, entre muchas otras, mientras que nuestra vida sigue su curso normal, sin cambios aparentes y reales y por consiguiente sin ninguna transformación interior; cuando en realidad deberíamos utilizar mas tiempo en El, en buscarlo, en leer la Palabra, en abandonar nuestra antigua manera de vivir y esforzarnos por ser santos, como El es Santo; en sujetarnos y obedecer su Palabra, entonces descubriríamos que ni siquiera necesitamos abrir nuestra boca para que nuestro Padre Celestial, sepa de que tenemos necesidad; cuando seamos obedientes y sujetos, las bendiciones nos alcanzarán, no tendremos que ir persiguiéndolas, porque sencillamente, ellas vendrán a nuestra vida, conforme a la perfecta voluntad de Dios y en su tiempo.
     Jesucristo cambió la historia de la humanidad en antes y después de......y es imposible que llegue realmente a nuestra vida, sin producir ningún cambio; sin que sientas el toque del Espiritu Santo; sin que te convenza de cambiar tu vida; sin que cambie tu historia personal en antes y después de.......
    El primer: requerimiento de Dios para nosotros, está a la cabeza de este devocional.
   Segundo: Guardar mis días de reposo, y tened en reverencia, mi santuario. (Levítico 26:2)
    Tercero: Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusieres por obra. Entonces yo daré vuestra lluvia en su tiempo y los árboles darán su fruto. Comeréis del fruto de vuestro trabajo. No trabajaréis en vano, sino que veréis el fruto de vuestro trabajo. Tendréis paz, en vuestra tierra, vuestro país, vuestra casa, vuestro trabajo, vuestro corazón. Tus enemigos no podrán vencerte. Tú serás un vencedor. Verás a tus enemigos, caer delante de ti. Tendréis multiplicación, fruto, abundancia en toda obra de tus manos. No necesitarás guardar lo añejo, pues comerás lo fresco, lo nuevo, lo sano. Dios mismo andará en medio de nosotros, sentiremos su presencia y su protección sobre nosotros, nuestra casa, nuestros bienes y nuestra familia. Dios será nuestro Dios y nosotros seremos su pueblo; quebrará el yugo de nuestra servidumbre y seremos libres en Cristo. Seremos cabeza y no cola.
 (Levítico 26:3-12).
 Leer el (Salmo 91) El que habita al abrigo del Altísimo.  

  

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