miércoles, 10 de junio de 2015

Devociones: "Fuego apagado".

Juan Pablo era un joven cuando conoció a Dios, tenía apenas 17 años cuando se encontró con el Señor y desde entonces su vida comenzó a cambiar de una forma maravillosa al mejor estilo de Dios.
    Juan Pablo antes d evenir al Señor había llevado una vida muy desordenada en todos los sentidos, con mal hablar, con hábitos deshonrosos, dado a la bebida y en ocasiones también a la droga, con muy malos comportamientos y poco interés por lo decente y formal, sin embargo después de aceptar a Jesús como su Señor y Salvador su vida comenzó a mostrar un cambio instantáneo, pasó de ser un joven perdido en muchos hábitos malos a ser un joven totalmente cambiado.
     Se podía ver a Juan Pablo con su Biblia en mano dirigiéndose a la Iglesia, su forma de vestir había cambiado, sus ojos irradiaban algo diferente, escucharlo hablar ahora era algo sorprendente, pues de su mal vocabulario paso a tener un vocabulario exquisito en donde el tema central de sus conversaciones era Dios, comenzó a entender que muchas de las cosas que hacía eran incorrectas y comenzó a poner de su parte para evitar aquellas cosas que no lo iban a edificar espiritualmente pero sí a desviar del buen camino.
    Juan Pablo evitaba fallar aun en las cosas consideradas "mínimas" y cuando por alguna razón se dejaba guiar por sus instintos pecaminosos y fallaba, rápidamente se encerraba en su cuarto, oraba a Dios pidiéndole perdón por su falla con una actitud sincera y humilde, con un arrepentimiento genuino y trataba la próxima vez de ser más fuerte para no volver a cometer el mismo error.
    Los años fueron pasando y Juan Pablo se convirtió en un gran servidor, ahora predicaba la Palabra de Dios, la gente le tenia mucho respeto,era admirado por chicos que anhelaban ser como él, pues para ser sincero Juan Pablo había construido un muy buen testimonio y una muy buena imagen.
      Sin embargo con el transcurrir de los años su sensibilidad espiritual ante lo malo fue disminuyendo, comenzó a practicar ciertos hábitos que en un tiempo había evitado por considerarlos que no eran buenos y que ofendian a Dios. Al principio él se sentia culpable y arrepentido, pero entre más lo fue practicando se fue convirtiendo en un hábito para él y ahora había llegado el momento en donde le fallaba a Dios y no sentía el mínimo sentimiento de culpa y mucho menos se sentía arrepentido por lo que hacía, es más, ya ni siquiera pedía perdón por aquellas fallas que cometía que en algún momento de su vida había evitado cometer.
   Que triste cuando caemos en el acomodo espiritual. Qué triste cuando las cosas que antes nos causaba culpa porque no eran correctas ahora se han vuelto algo normal en nuestra vida y no sentimos la mínima culpa de cometerlo ni mucho menos nos arrepentimos de hacerlo.
La Biblia dice: ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!
 (Isaías 5:20-21)

¡BUSCA A DIOS Y RENUEVA TU VIDA ESPIRITUAL PARA NO DEJAR QUE EL FUEGO SE APAGUE!

  "El Señor te ha dicho lo que es bueno, y lo que él exige de ti: que hagas lo que es correcto, que ames la compasión y que camines humildemente con tu Dios".
                                          (Miqueas 6:8)

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