viernes, 28 de septiembre de 2018

Devociones: "Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impios".

"Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impios".
                                           (Romanos 5:6)

     Cristo no vino a llamar a los justos ni murió por los buenos. No fue a la Cruz por las personas decentes, respetables y refinadas. Él murió por los impios.
     Desde el punto de vista de Dios, toda la humanidad es impia. Todos nacimos en pecado y fuimos formados en iniquidad. Como la oveja perdida, nos hemos descarriado y hemos tomado nuestro propio camino . Ante los ojos inmaculados de Dios, somos depravados, impuros y rebeldes. Nuestros mejores esfuerzos para hacer lo que es justo no son sino trapos de inmundicias.
    El problema está en que la mayoría de la gente no quiere admitir que es impia. Al compararse con los criminales de la sociedad se imaginan que son aptas para el cielo. Son como la señora rica de la alta sociedad que se enorgullecía de su trato social y sus caridades públicas. En una ocasión, cuando un vecino creyente testificaba a una señora así, ella le decía que no tenía necesidad de ser salva porque sus buenas obras eran suficientes. Le recordó que era miembro de la Iglesia y que venía de un antiguo linaje de "cristianos". El cristiano tomó un pedazao de papel , escribió sobre él con letras mayúsculas la palabra IMPIA, se lo devolvió y le dijo: "¿Le molestaría que lo prendiera a su blusa? " Cuando vio la palabra IMPIA, se erizó y le dijo: "Desde luego que me molesta ". "Nadíe va a decirme que soy impia". Entonces el cristiano le explicó que al negarse a admitir su condición pecaminosa y perdida, se privaba a sí misma de cualquier beneficio de la obra salvadora de Cristo. Si no confesaba que era impia, entonces Cristo no había muerto por ella. Si no estaba perdida, entonces ¿cómo podía ser salva? Si estaba sana, no necesitaba del Gran Médico.
     Hubo una vez una fiesta muy especial en un enorme auditorio cívico, la cual era para niños ciegos y lisiados. Los jovencitos llegaron en sillas de ruedas, muletas y conducidos de la mano. Mientras la fiesta transcurría, un policia encontró a un niñito llorando en la entrada del edificio.

      "¿Por qué lloras? " le preguntó compasivamente.
       "Porque no me dejan entrar".
       "¿Por qué no te dejan entrar? "
      El pequeñín  respondió: "porque la fiesta no tiene que ver conmigo".

  Es lo mismo que sucede con la fiesta del Evangelio. Si no tiene nada que ver conmigo, no puedes entrar. Para poder tener acceso tienes que demostrar  que eres pecador. Tienes que reconocer que eres impio. Jesucristo vino a morir por los impios. Como decía Robert Munger: "La Iglesia es la únca comunidad del mundo donde el único requisito para ser miembro es la indignidad del candidato".   

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