"......¿parta quién trabajo yo, y defraudado mi alma del bien?......".
(Eclesiastés 4:8)
Enrique trabaja 70 horas por semana. Le encantaba su trabajo y llevaba a casa un sueldo considerable para proveer cosas buenas a su familia. Siempre planeaba trabajar menos, pero no lo hacía. Una noche, llegó con una noticia excelente: lo habían ascendido a la posición más importante de la compañía....pero no había nadie en la casa. Sus hijos ya eran adultos y vivian en otra parte, su esposa estaba dedicada a su propia profesión, y, ahora, la casa estaba vacía. No tenía con quién compartir su buena noticia.
Salomón escribió sobre la necesidad de mantener un equilibrio entre la vida y el trabajo: "El necio se cruza de brazos, y acaba por destruirse así mismo" (Eclesiastés 4:5). No queremos llegar al extremo de ser holgazanes, pero tampoco deseamos caer en la trampa de ser un trabajo--lico. "Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu" (Eclesiastés 4:6); en otras palabras, es mejor tener menos y disfrutar más. Es necio sacrificar las relaciones interpersonales en el altar del éxito. Los logros son efímeros, pero las personas son las que hacen la vida significativa, gratificante y placentera. (Eclesiastés 4:7-12).
Si administramos el tiempo sabiamente, podemos aprender a trabajar para vivir en lugar de vivir para trabajar.
Paran emplear bien el tiempo, inviértelo en la eternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario